Primer Congreso Nacional de Comunicaciones Integradas


El siglo XXI llegó para indicarnos, entre otras cosas, la llegada de una sociedad mediatizada. Hoy, la dependencia de uso y consumo de los medios masivos y selectivos se ocupa de indicarnos cuán necesario y hasta delimitantes pueden llegar a ser en cuanto a la construcción de nuestro presente cotidiano.

Tecnología de avanzada, agilidad imperiosa y nuevos lenguajes implican interesantes y complejos textos verbales y visuales a los que resultará imperioso poder reconocerlos, discutirlos, definirlos, incorporarlos y reubicarlos en la comunidad como tales.

Cuando en 1957, el Sputnik ruso conquistaba el cielo, se pensó que ya nada quedaba por aparecer. Todo parecía haberse escrito y realizado. Luego, con el avance tecnológico, la llegada de las telecomunicaciones y la informática demarcarían que en este terreno todo estaría por darse. Si algo define la época actual es su constante avance y ritmo de cambio, residual, sistémico y ante todo imparable. Los presentes duran demasiado poco.
Por tanto, la fatuidad es el sistema reinante.

En este escenario, donde la sociedad (con todas sus realidades) se ve invadida de tantas acciones comunicacionales, resulta curioso comprender cuán novedosos pueden llegar a ser los usos sociales que ella misma dispone, así como también, las rutinas colectivas que enmarcan un sentido de pertenencia grupal y comportamiento colectivo. Comunidades virtuales, amigos cuantitativos y debates abiertos por doquier, entre miles de acciones, se entrecruzan y producen, sin lugar a dudas, una nueva modalidad sujeto.

Entonces¦ ¿Quién es?, ¿cómo actúa? y ¿por qué?

Pensar a las comunicaciones integradas, todas como parte de un sistema que obliga a la interacción y modificación continua de sus partes, es mucho más que una misión universitaria, es una necesidad.

Ningún otro espacio tiene hoy la tan trascendente obligación de iniciar el primer y gran interrogante que obligue a pensar y re pensar el sentido de la comunicación, hoy vista como una integración de varios elementos, en cuanto a su tríada: medios, tecnología y sociedad. Pues, no hay medios, ni mucho menos tecnología posible, si allí no se ubica también al hombre como productor y consumidor de mensajes.

De ahí la imperiosa obligación universitaria de invitar a un encuentro para el debate, la duda y la reflexión. La realidad no es apenas una certeza, es todo un escenario al cual podemos abordarlo colocándolo en crisis y actuando en consecuencia. No es poco.

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