Reconectando con la curiosidad: El camino hacia la investigación

Facundo Merino*

La investigación es una práctica común, aunque solo una fracción reducida de la población muestra verdadera disposición para desarrollarla. Dentro de este grupo, son aún menos las personas que la convierten en una pasión digna de admirar.

En mi perspectiva, creo que todos llevamos esa afición por la investigación intrínsecamente, ya que en algún momento todos fuimos niños. Si, recuerdo aquellos días en los que éramos asombrados por el mundo que se nos presentaba, admirando y preguntando sobre todo lo que nuestros ojos veían. Buscábamos constantes explicaciones para satisfacer la curiosidad que nos generaban los procesos y el funcionamiento de las cosas, desde las más cotidianas hasta las más complejas.

Hoy, como jóvenes estudiantes, a menudo nos vemos abrumados por el deseo de completar nuestros años de estudio lo más rápido posible para ingresar al mundo profesional, dejando en silencio esa voz de curiosidad que solíamos tener. Sin embargo, algunos profesores tienen el don de despertar al niño que llevamos dentro. Observan a cada estudiante y proponen tareas específicas para avivar ese deseo innato por investigar.

En mi experiencia, trabajamos con la profesora Laura Berizzo, y en el marco del convenio con la Fundación Nueva Generación Argentina (FNGA), sobre el tema Comercio Internacional Sostenible. El objetivo que la docente nos encomendó fue analizar el impacto ambiental de una empresa exportadora, basándonos en el material que discutíamos en clase. Desde el principio, encontré este enfoque muy interesante debido a mi formación secundaria previa como Técnico Profesional en Energías Renovables. Curiosamente, estaba estudiando Comercio Exterior mientras me preparaba para investigar una empresa en la que había tenido una experiencia laboral enriquecedora.  Nuestro estudio se radicó en John Deere, específicamente la planta ubicada en Granadero Baigorria, donde trabajé durante un año en el área de producción.

Utilicé las herramientas y conocimientos adquiridos durante mi educación secundaria. Esta coincidencia despertó mi interés por los métodos de investigación, la búsqueda y los cuestionamientos necesarios para llevar a cabo este trabajo. Lo que podría haber sido una obligación más, se convirtió en una actividad que disfruté profundamente. Mi principal preocupación fue transmitir de la mejor manera posible el interés que tenía a mis compañeros.

Esta experiencia me ha demostrado que la investigación no es solo un requisito académico, sino una llave que abre las puertas del conocimiento. Nos despierta, nos reta y nos invita a explorar los rincones más profundos de nuestro aprendizaje. Por eso, quiero subrayar lo planteado anteriormente: necesitamos profesores, mentores, fundaciones y otros actores que ayuden a los estudiantes a comprender la profundidad de los estudios que estamos llevando a cabo.

Ahora entiendo que cada asignatura, cada tarea, es una oportunidad para sumergirme en el mundo del saber, para cuestionar, para descubrir y para crecer. No se trata solo de obtener un título, sino de alimentar esa curiosidad innata que todos llevamos dentro. Porque, al final del día, la investigación no solo se trata de descubrir cosas nuevas, sino de descubrir nuestro potencial más grande y encaminarnos hacia un mejoramiento personal y hacia la construcción de un futuro más brillante.

*Alumno de la Licenciatura en Comercio Intencional